Centro Educativo Pavarotti, San Lucas Tolimán. Estoy en una
visita al centro, y voy un rato a la sala de música. Se acerca un grupito de
tres niños y una niña, que no estudian allí. Sintiéndose libres, se abalanzan hacia las baquetas de la
marimba y la batería y se instalan en ellas, ruidosamente. Ya no hay música,
hay ruido, pero del bueno. Cerramos el momento “musical” y al pasar por la
biblioteca, en un acto mágico, el niño más grandecito ve los libros y
exclama-pregunta: “¡Profe, ¿puedo leer?!” Con toda la alegría del mundo le
contesto que por supuesto, que tome los libros. Los cuatro se sientan a las
mesitas y por un rato ven, leen, tocan, preguntan. Todo eso, con sonrisas y
miradas más que curiosas, ¡hambrientas de vida!
Cuando finalmente llega, después de un rato lector, la
maravillosa mujer de 86 años se sienta con ellos a ver sus propios libros. Y
conversan los tres, sobre los cuentos. Ellos le preguntan, ella les cuenta, les
explica y la oyen con atención sabia. La escena es también muy espectacular,
por la ternura que genera y la sabiduría que envuelve. ¡La mejor foto del año!
Ambos momentos tienen muchos valores y mensajes en común. El
más grande, ¡hay esperanza en el mundo! La niñez puede ser lectora, puede
aprender de los ancianos y ancianas, y viceversa. Los libros pueden estar en
pequeñas manos que los acaricien y los amen. Es verdaderamente posible que la
lectura placentera, generadora de desarrollo intelectual, no sea aplastada para
siempre por los videojuegos, los playstations, wis y las tablets. Iluso sería
pensar, ya sé, que los libros van a triunfar en una batalla contra los dispositivos electrónicos y los formatos
que privilegian la imagen. Es una batalla innecesaria por esa tendencia humana
de no regresar en el camino de los avances tecnológicos. No la veamos, pues,
como una batalla, sino como una necesaria e inevitable convivencia entre unas
posibilidades y otras.
No podemos abandonar la lucha por la creación del hábito y del gozo humano de leer libros
(aunque sea en formatos electrónicos). Nuestros niños y niñas deben ser
estimulados hacia su encuentro hermano con los libros. Pero también debemos
apoyarlos en ello, porque en la creación de hábitos en las edades en que se
puede, se hace fundamental contar con libros o tener las bibliotecas-ludotecas
en las que puedan ir adquiriendo esa actitud. Se necesita que los libros sean
accesibles. Bibliotecas y librerías deben ser espacios favorecidos por toda la sociedad.
En este sentido, la estrategia del Mineduc hacia la lectura
debe ser acompañada y apoyada por todas y todos. Está claro que tenemos
profundas críticas a estas autoridades, verdaderamente profundas, pero en algo
tan importante y necesario, como el fomento a la lectura, todos debemos hacer
cuerpo.
Ver niñas y niños leyendo, con alegría, bien metidos en
ello, con los ojos queriendo devorar las hojas, los dibujos y las letras, es
realmente un motivo para la esperanza. Conmueve e inspira. Así que, sin duda,
no todo está perdido en nuestras luchas por la utopía de una sociedad mejor.
Fuente: www.s21.com.gt
Por: Carlos Aldana Mendoza
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